viernes, noviembre 07, 2008

UN ÚLTIMO COPETIN.

I

                    Que paja, me da paja sólo pensar que mañana me tengo que levantar temprano para ir al colegio, siempre he pensando que esto debería ser opcional, somos muchos a los que no nos interesa esto de aprender a ser alguien en la vida, no estoy ni ahí, total igual me voy a ganar la vida como músico, es lo único que se hacer. Como sea, igual tengo que ir mañana, o si no, me voy a echar de nuevo cuarto por inasistencia y ahora si que a mi vieja le va a dar ataque. Después que me encontró los huiros que me pasó el Pancho no quiere saber más de “mis malas juntas”, y según ella, mis malas juntas son los que me incentivan a cimarrearme. Como si ella hubiese tenido muy buenas juntas en su época, puros weones reventados que hasta el día de hoy carretean, igual yo cacho que a mis cuarenta voy a estar reventándome con veinteañeras.

            Le voy a decir al Pancho que nos vayamos antes del colegio y nos vamos a fumar sus yerbitas santas a una plaza. La cagó ese weon, es enfermo de reventado (más que yo, diría, y eso es mucho), nunca va a clases pero siempre pasa con buenas notas, siempre he creído que su vieja se tira al director, si tiene una cara de cachera; aunque nunca le he dicho al Pancho, siempre ha sido mi fantasía tirarmela, si la weona quedó embarazada por condoro del Pancho como a los 16 y todavía tiene el cuerpazo con el que enganchó al papá del Pancho que se escapó con otra apenas supo la noticia.  La diferencia con mi viejo, es que se quedó aunque no le gustaba la idea de tener hijos, pero le cagaría la imagen, que haya dejado a la polola embarazada, así que se casaron rapidito y aquí estoy, aunque ellos siempre quisieron un médico o un abogado, salí artista y aunque no les guste la idea la aprendieron a aceptar con los años.

II

            Un cuarto para las ocho y el horrible despertador que me regaló un tío que nunca conocí suena son su chillido típico que me avisa que empieza una nueva semana. Anoche me llamó el Pancho y me dijo que nos cimarreáramos con unas minitas porque sus viejos no iban a estar en la casa, no pude negarme aunque sé que va a saber mi vieja, si desde que fue a un Bingo del colegio se hizo amiga del director con alma de neonazi  y el muy dictador le avisa cada vez que falto. Pero ahora si que vale la pena, va a ir la Cata, y estoy seguro que ahora si que me resulta, total para algo está el copete y las minas ahora que se las dan de que pueden tomar igual que nosotros, quedan raja a los tres minutos; va a  ir la Pía también para el Pancho, ese weon tiene mucha guata de perro, la mina es horrible, tiene una ensalada de dientes amarillentos y una nariz de tucán que no se la quita nadie. Aunque el Pancho tampoco puede aspirar a mucho más porque la cara de espantapájaros no se la quita nadie, sin embargo siempre he admirado esa capacidad que tiene el Pancho de engrupirse a las minas con su cuento de mino simple y filósofo que no se le compro, pero al parecer las quinceañeras sí, y harto, porque de los años que lo conozco ha tenido casi el triple de minas que yo, como que para él es tan fácil, llega a uno de estos lugares de minas medias hippies pero ricas, las conoce, se toman un copete conversado y a las dos horas ya está en la cama con ella.

         Voy camino al colegio, nos quedamos de juntar en plaza Italia para irnos a la casa del Pancho, nunca me he puesto nervioso con minas, mi viejo me enseñó que ellas son las que se tienen que poner nerviosas con uno; todavía me acuerdo de ese día, yo cumplía quince  y mi  papá me dice:

            -Ya estay grande weon, es hora de que te empecí a portar como grande, te voy a llegar al mismo lugar que me llevó mi papá a los quince años, toma. Me dice pasándome una cajita con condones.

            Al rato estaba en sentado en una sala hedionda a sexo  con dos minas casi en pelota poniéndome sus pechugas en la cara; a mis quince jamás se me había ocurrido ese regalito de cumpleaños, aunque estuvo bueno, no sé si seguiré la tradición con mis hijos, me gustaría que ellos hicieran las cosas porque quieren, no por seguir con tradiciones estúpidas y machistas.

III

            Estoy en el baño del Pancho, hace cinco minutos llegamos, y me dijo que me tenía un regalo: Entré al baño y en el lavamanos había un espejo con tres líneas de coca, nunca la había probado, pero ¿qué tan mal me puede hacer? Si todos estos que se la dan de doctores dicen que hace mal, pero yo veo al Pancho de lo mejor y el weon le hace a todo, coca, pasta y para que decir huiros y copete. Además una vez es de prueba no más.

IV 

            Me las aspiré todas, no quedó ni rastro del polvito, es como una mata de huiros entera mezclada con copete, nunca me había sentido así. Ahora entiendo lo que es estar duro, tengo ganas de hacer cualquier wea. La Cata está al frente, con su faldita que la acusa de haber faltado al colegio igual que nosotros, esta rica. El inicio del verano está haciendo que caiga una gotita de sudor por su cuello que me calienta. Estoy parado frente a ella y lo único que pasa por mi mente es tirarmela, el Pancho se esta comiendo a la Pía en el sillón de al lado, de repente abre los ojos y me dice:

-         Oye weon y a vo ¿qué te pasa?, ¿qué hací ahí parado como weon?

-         Nada, estoy entrando en ambiente. Es lo típico que digo cuando no sé si ir directo a comerme a la mina o le empiezo a hablar, además el dance-hall como música ambiente lo único que hace es que la temperatura suba más, la Cata empieza a tararear la canción y me dice:

-         Ya po ven, que estos dos me tienen bota acá.

-         Ah sabi que están webiando mucho, nosotros nos vamos a la pieza. Dice el Pancho con una voz de canchero como de Jonh Travolta, y se para, junto con él, como un resorte se para la Pía. De más que no quiere perderse la oportunidad, si como es de fea no la pesca nadie.

 

            El living quedó solo, la Pancha me pide que me siente al lado de ella, lo hago casi como si fuera obligación, yo hubiese preferido quedarme parado mirándole su cuerpo perfecto. Una vez que estoy sentado al lado de ella, se queda mirándome a los ojos como si quisiera transmitirme algo, pero supongo que la coca que me pasó el Pancho no me deja darme cuenta de eso, se recuesta en mis piernas y empieza a llorar. Yo la quiero, desde chico que me encanta, pero no entiendo por qué me dio lo mismo que estuviera llorando en mis piernas, no me interesa ni su problema ni nada de su vida, hoy solo quiero tirarmela.

            Escucho los sollozos de la Cata mezclados con un tic tac en mi cabeza producto del polvito que me jalé y unos gemidos desde adentró, “Puta que le resulta fácil a este weon” pienso. Veo la mesa que está al frente, esta llena de copete.

            -¿Queri un copete Cata?

            - Ya, gracias te pasaste, sírveme un ron-cola bien fuerte porfa.

            Se lo toma como si fuera el último copete que se toma en la vida, se para y va al baño.

            -Esperame, Voy al baño, y después nos ponemos en ambiente. Me dice limpiándose la cara húmeda.

            Me tomo los últimos copetes que quedan y me tiro en el sofá a esperar a la Cata.

V

-         Oye weon despierta, ¿Dónde chucha está la Cata y por qué no te la estay tirando? Soy mal agradecido weon, te la traje especialmente pa ti.

-         Ahh?

Me había quedado dormido raja y la Cata no apareció, me cuesta asimilar las cosas recién despertado.

            -¿Dónde está la Cata? Pregunto todavía desorientado

            -Eso mismo te estoy preguntando po weon

            - Me dijo que iba al baño, pero no tengo idea donde se metió.

            El Pancho me para de improviso y casi como una orden me dice que vayamos al baño a buscarla. Tocamos pero no se escuchaba nada, así que el Pancho dándoselas de agente secreto abre la puerta. La impresión fue tremenda, estaba tirada en el piso, había coca por todas partes, y aun quedaban unas líneas tiradas en el espejo, junto a un cuchillo con sangre, la miro, estaba muerta. Con el cuchillo cortó sus venas mientras yo dormía.

Lo único que escucho es un grito de la Pía que había ido al baño y la encontró, estaba parada atrás mío. 



Con este cuento participé en Libros de Mentira.

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